Estamos en la ilustre villa de Esguevillas, de la antigua merindad del Cerrato, que otrora fuera capital del Valle Esgueva y que ahora languidece contemplando su presente y añorando su pasado. Esguevillas, dada su situación geográfica, en el centro del Valle y en el cruce de las carreteras que van de Valladolid a Tórtoles y de Dueñas a Peñafiel, fue habitada desde la "noche de los tiempos" por celtíberos, romanos visigodos y árabes.
Más tarde, en el siglo IX, cuando las victoriosas huestes del rey Alfonso III el Magno conquistaron nuestro Valle y llegaron hasta el Duero, la Villa fue fortificada con una imponente muralla provista de varias puertas almenadas. Y pasó a formar cadena con el resto de las fortalezas del Valle, en la retaguardia de la gran línea defensiva del Duero. La muralla desapareció en el siglo XVIII y sólo la toponimia de alguna de sus calles, nos recuerda su existencia.
Ya en el siglo XII el rey Alfonso VII, el vencedor de las Navas de Tolosa; cedió el lugar de la Alcubilla, a la orden militar de San Juan a cambio de que dicha orden le cediera el paraje de la Matallana, cerca de Villalba de los Alcores. De esta Edad Media, de esta época incierta donde los hombres, con una mano en la mancera y la otra en la cruz de su espada, labraban y defendían sus tierras, es el escudo de armas que, tallado en piedra, campea orgulloso en lo alto de la Casa Consistorial. Cuenta la tradición que un monarca castellano que, entre batalla y batalla, entretenía su ocio en una cacería, ató su mejor perro en la encina que siempre se conoció como la "Mata del Rey". Aquel perro avezado a los agarres, y la encina donde fue atado, pasaron a ser los blasones de la noble Villa. Los hombres que poblaban estos lares eran as: duros como la encina y aguerridos y fieles como el perro preferido del rey.
Dignos de sus blasones fueron los esguevanos que se enfrentaron que se enfrentaron a los franceses en la Guerra de la Independencia. Mucho sufrió la Villa en aquellos años, y como nota puntual sabemos que en diciembre de 1813, siendo alcalde constitucional D. José Flores López, se enajenaron muchos bienes para paliar los destrozos que, junto a las pérdidas de vidas humanas, habían causado las tropas francesas en las casas y haciendas de Esguevillas.
Esguevillas floreció de forma extraordinaria a finales del siglo XIX y así aprovechando la saneada situación de sus arcas municipales, arquitectos de renombre como Teodosio Torres, Francisco Reynals, José Benedicto, José Fuentes, Canuto Capdevila... o ingenieros como José Mª Insuela, Francisco Gallego, etc... proyectaron puentes, pavimentación de calles, lavaderos, cementerio, Casa Consistorial... y otras obras, algunas de las cuales no llegaron a realizarse, pero otras si se hicieron y son el orgullo de los esguevanos.